Por las tardes es cuando más me acuerdo de ti… y de ella.
Recuerdo el brillo incandescente que te rodeaba. Refulgías allá donde mirara, incluso cuando cerraba los ojos podía verte… Recuerdo las horas que pasé pensando en ti, intentando desentrañar tus misterios, analizándote. ¿Eras una estrella?¿Tal vez dos? Estabas demasiado lejos para saberlo, y en eso centraba mi trabajo, en intentar descubrir qué eras, cómo te movías, por qué te comportabas como lo hacías… Igual que con ella. Por las tardes, cuando levanto la vista de mi portátil y miro cómo anochece cuando aún debería ser de día, me pregunto qué habría sido de nosotros si hubiese podido quedarme. Y te veo bailar. Me sonríes. Y me despierto, amodorrado, con las marcas del teclado sobre la cara y mil mmmmmmmm y espacios infinitos en la hoja de texto…
No pudo ser.
Tú no hablas sueco y yo no conseguí trabajo… Un astrofísico sin perspectivas, sin un proyecto que desmarañar… es como un jardín sin flores: algo triste. Podríamos haberlo intentado, pero… no sé. Arrancarte del lugar en el que eras feliz, pese a todo, era pedirte demasiado. Así que, con mis casi 37, acepté un trabajo en otro campo de estudio y dejé atrás mi estrella, mi luz… y mi corazón.
Sé que es una historia como otra cualquiera. No es que me guste dramatizar. Me gustaría volver, pero lo único que me ofrecían era un contrato por el salario mínimo para vender libros a domicilio… y yo para eso no valgo. Porque para eso hay que valer. No creas que no me lo planteé. Pero me habría ido apagando como una enana blanca… y te habrías sentido culpable. Y los dos nos habríamos acabado distanciando.
Decía Manolo García que «Cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana». Y yo no quería eso para nosotros. Porque tú eres muy feliz con los peques de tu guardería. Aunque no sepas si el año que viene vas a seguir allí, es lo que te gusta.
Joder, Carmen, estoy roto por dentro y ni la llegada del verano va a arreglar este desbarajuste que llevo en el alma. Solo hay una cosa que me alivia. Y es levantar la vista hacia la zona del cielo en la que sé que está mi estrella (¿o serán dos?) y pensar que nada es inmutable, que a lo mejor esto se arregla. Que cuando haya elecciones esto cambiará y volveremos a estar juntos. Que tantos años de estudio no pueden quedarse en Suecia. Que mis padres me echan de menos, que tú quieres tus propios niños y que yo no aguanto este frío… Y que algún día podré hacer algo más que llorar y mirar al cielo…
Madre mía, cuántos sentimientos en tan pocas líneas. Tus estrellas, tanto las del cielo como la que dejaste en España, seguirán en tu vida si sigues día a día demostrándoles que son para ti de lo más bello que hay en el universo. Suerte y espero que pronto cambie tu situación y puedas regresar a España con Carmen y descubrir si eso que miras guiñarte los ojos desde el cielo es una estrella o son dos…
¡Mucha suerte!
Hola Pipper, muchas gracias. Ante todo quiero que sepas que esto es un cuento. No es una experiencia mía, pero sí conozco a muchas personas que están pasando por esta situación, y otras peores, en estos momentos. Una de las consecuencias es la separación, otras la ruptura, otras la decisión de quedarse juntos pese a todo (a veces funciona, pero otras es muy duro y acaba en ruptura porque uno de los dos quiere regresar a casa). El corazón es así. Solo espero que algún día, como dices, las cosas se arreglen y esos corazones tengan una segunda oportunidad y no se queden con la duda de qué hubiera pasado si un contrato (o más bien su ausencia) no hubiera cambiado sus vidas. Un abrazo.
Breve relato… pero emocionante y certero. ¡¡Ánimo!! Somos much@s los que andamos con el agua al cuello, la mente sin dejar de dar vueltas, y con un pie fuera… pero entre todxs, con nuestras pequeñas batallas, tenemos que defender nuestro futuro, ¡sí se puede!
Hola Violeta, gracias por tu comentario. A veces la realidad es tan dura que solo puedo enfrentarme a ella con este recurso: los cuentos. Y con ellos dejo mi opinión sobre cómo están las cosas en el momento de la historia que nos ha tocado vivir. Hago extensible ese «¡¡Ánimo!!», deseando un futuro mejor para tod@s. Abrazos. 😉
Ánimo! que sepas que no estás solo, que muchos, más de los que te crees hemos pasado y seguimos pasando por situaciones similares. No sé si eso te consolará, y tampoco tengo un buen consejo que darte. Yo he ido perdiendo a mis estrellas, esas personas especiales que se cruzan en tu camino y a las que tienes que dejar atrás, por seguir trabajando en lo que te apasiona. Muchas veces me pregunto si todo esto vale la pena, y entonces, sin saber siquiera de dónde saco la fuerza, vuelvo a la carga, y me digo que sí, que ha valido la pena, que algún día me reencontraré con ellas, o con otras, y que igual, para entonces, toda esta locura haya terminado y podemos por fin encontrar un sitio, nuestro sitio, donde podamos dedicarnos a lo que nos llena.
Ánimo, para ti, y para todos!!
Hola Aldebarán, gracias por tu comentario. Me halaga que te gustara el cuento y que te haya llegado, aunque no es una experiencia propia, sino inspirada en un entorno muy cercano. Espero que tod@s l@s que están pasando por esto puedan encontrar soluciones que no cercenen necesariamente su vida personal. ¡Ánimo también para ti! Un abrazo.
Creo que te has dejado el cuento sin terminar, espero que dentro de un tiempo (ojala sea poco), haya motivos para acabarlo con un final feliz.
¡Espero! con ganas, leer pronto, la segunda parte de tu cuento.