Mit

Mit: Microcebus mittermeieri. Créditos: Mark Thiessen/National Geographic Society. Érase una vez que se era, como todo lo que existe y existirá, un ratón lémur que tuvo que luchar contra una de las peores plagas: el olvido.

Anciano ya, hemos ido a entrevistar a este preciosísimo animal a su isla, a Madagascar, donde le hemos encontrado, como buen primate (sí, primate), colgando de las ramas. Llegamos al atardecer a la zona donde nos hemos citado con él, en la reserva Sur de Anjanaharibe.

Al parecer los lémures colonizaron la isla hace millones de años haciendo rafting… y el que quiera saber más que lea (qué divertido es esto de picar la curiosidad… aunque ahora nos pica otra cosa, que parece que hay algún piojillo de lémur que se ha escapado fuera de su sitio).

Encontramos a Mit dormitando (aunque como sigan talando árboles vemos a Mit dormitando en lo alto de una lavadora… ayyyy, qué complicado…). Este cuento, querido lector, es más una entrevista que un cuento, así que no esperes mucho romanticismo hoy que la cosa no está muy fina. Y es que con tanto traqueteo internacional, hasta los seres más apartados, como puede ser este espécimen de ratón Lémur, se sienten absorbidos por los movimientos sociales de reivindicación (más si tenemos en cuenta que la situación política de Madagascar no es precisamente estable).

Volviendo al meollo, Mit nos habla durante la entrevista de muchas cosas. Empieza bostezando (lo que también es muy común en su especie) y protestando porque considera que es justo estar “cansado de ser uno de los animales más pequeños del mundo…”. Afirma que ser un diminuto lémur ratón de Madagascar de lo más nocturno le ha ocasionado muchos quebraderos de cabeza. “Me llaman Mit –afirma-. Todo por una historia rocambolesca… Mis padres fueron famosos por salir en una fotito, una de las primeras (imagino) que se le hizo a alguien de nuestra especie. Bueno, en realidad la que sale en la foto es mi madre, medio dormida, con unas ganas de bostezar horrorosas… cosa de familia (sonríe Mit y bosteza perezosamente). Gracias a esa foto conoció a mi padre, que se enamoró de ella al verla en internet (cerca de mi árbol hay un cibercafé), que la buscó hasta debajo de las piedras –cosa nada fácil teniendo en cuenta que vivimos en los árboles- . Y fueron la pareja más mediática del árbol -se ríe animado-.”

“En realidad me bautizaron así porque es el nombre que le han dado a los de nuestra especie… Me explico: nos encontraron unos señores hace unos años y a los de mi familia nos llamaron como un señor, un tal Mittermeier, que había investigado mucho las especies de nuestra isla. ¡Aquí tenemos el 58% de los animales de todo el mundo! -afirma orgulloso-“.

Mit es del género Microcebus, y hasta el momento se han encontrado unas 20 variedades (¡hay unas cien especies diferentes de lémures!). “Hablamos malgache y solo vivimos en Madagascar… eso es porque nuestra isla se separó de África y, al parecer, llegamos aquí antes que los hombres subidos sobre ramas o plantas (eso que llaman rafting)… no tuvimos habitantes humanos hasta muy tarde. Luego llegaron desde Asia y desde África y la cosa se fastidió un poco, pero bueno… aquí estamos. Somos los primates más chiquititos del mundo mundial, un fastidio para reivindicar tus derechos, pero una ventaja cuando lo que quieres es que te dejen en paz porque, desde un punto de vista alimenticio, lo que es servir, no servimos ni de tapa (Mit se ríe y agita sus diminutos dedos al aire). Mi madre recuerda que Mireia Mayor, su ‘descubridora’ (que ya son egocéntricos los humanos, ¡como si no hubiésemos existido antes!), se emocionó mucho al verla y que, al cogerla, dijo: “Ayyyy, qué deditos más pequeñitos”… pa darle dos yoyas. Bueno. Me parece que voy a seguir durmiendo… ¡Ah! Por cierto… Esto de la entrevista ¿por dónde sale? ¿Por la tele? ¿No? ¿En una página web? Vale… No olvide promocionarnos bien, que no se olviden de nosotros. Me han dicho que hay una misteriosa enfermedad que narran los cuentos, una plaga maldita, un virus inerte y voraz que todo lo arrasa… lo llaman olvido y nadie puede nada contra él. Por eso les concedí esta entrevista. No se trata de modas.
Es que no queremos que nos olviden.”

Y es que érase una vez que se era, como todo lo que existe y existirá, un ratón lémur que tuvo que luchar contra una de las peores plagas: el olvido.

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