
MĂrame. Quiero que me mires…
AsĂ. MĂrame las arrugas. SĂ, soy vieja. Tengo el pelo blanco y algo deshilachado. ¡Con lo bonito que lo tenĂa! Pero me he negado a cortármelo. Todas las mujeres, cuando nos hacemos viejas, nos cortamos el pelo. Yo me niego. Aunque estĂ© quebradizo y tieso…
MĂrame la cara. Está surcada, Âżverdad? Son enormes. Si estirase todas las arrugas, dentro me cabrĂan dos caras nuevas… La piel está flácida y blandita. La firmeza despareciĂł hace años…
MĂrame las manos. Bueno, las manos nunca han sido tu fuerte. Ya las tenĂas feas cuando eras joven. Pero ahora están cuarteadas y los dedos algo torcidos.
MĂrame a los ojos… Ya casi no te veo sin gafas. EmpezĂł siendo presbicia y ahora estoy medio cegata. Pero bueno, te acostumbras.
MĂrame. Quiero que me mires.
Estoy encorvada y me cuelgan las carnes. No quieras saber lo que fue de aquella chicha que te empezó a crecer en la tripa a los cuarenta… Ahora es un flotador. ¿Y las “alas de murciélago”? Me da la risa. ¿La piel arrugada de las rodillas y los tobillos? Ya ni me fijo.
Los pies, madre mĂa los pies. Los juanetes son lo peor. No veas cĂłmo duelen… Menos mal que es por temporadas y que se pueden operar cuando se ponen muy feos. Dicen que despuĂ©s se te queda la zona insensible. Pero mira, mejor asĂ.
ÂżHombres? ÂżSentirte atractiva? Pues claro que sĂ. Lo que pasa es que es todo tan distinto a los anuncios de la tele y a las pelĂculas románticas que nadie dirĂa que estás flirteando. Yo me siento guapa, no te creas. Y me siguen gustando los hombres que me hacen reĂr… ese que sigue a tu lado y que todos los dĂas te saca una sonrisa.
Además hay otras cosas buenas.
¿Recuerdas los ardores? Pues se han ido. Ahora no puedo comer de todo, pero tampoco es tan grave. ¿Y los dolores de cabeza? También se han ido. ¿Y qué me dices de aquellas contracturas musculares? Fuera todo. Fuera pesadillas. Fuera insomnio.
¿Sabes por qué?
Porque ya no tengo miedo.
Ya no hay estrés.
Vivo en paz.
He aceptado y he perdonado lo que tenĂa que aceptar y perdonar. He querido y me han querido tanto y con tanta intensidad que se han cerrado todas las heridas. La calma ha ido llegando y ahora vive conmigo.
MĂrame. Quiero que me mires.
No puedes esperar a hacerte vieja para dejar de tener miedo. Tienes que hacerlo ahora. Sé que sólo soy un reflejo en un espejo. Menos aún: soy la que tú crees que serás cuando seas vieja reflejada en un espejo imaginario. Añoras la calma y la paz que crees que sólo los años pueden dar.
Pero tĂş eres fuerte. Siempre lo has sido.
MĂrame: quiero que me mires.
Deja de tener miedo, pero hazlo ahora.
Vive.